Se realiza en personas cuya enfermedad prostática provoca una obstrucción severa del flujo urinario y que no responden al tratamiento médico. Las indicaciones más cotidianas para realizar la cirugía son una obstrucción total de la vía urinaria que requieren el uso de sondas, presentan infecciones urinarias de repetición, formación de litos o piedras en vejiga, alteraciones en la función renal o deseo del paciente por dejar los medicamentos.

Bajo anestesia regional se introducen cámaras e instrumentos a través del pene hasta llegar a la próstata, una vez ahí se realizan cortes en la superficie prostática lo cual irá ampliando de manera progresiva la luz del conducto urinario. La técnica quirúrgica y el tipo de energía utilizado depende de la preparación del médico y el equipo quirúrgico disponible. Una vez logrando desobstruir la vía urinaria se procede a controlar cualquier sitio de sangrado, posteriormente se coloca una sonda en la vejiga para permitir que el conducto cicatrice. Generalmente la sonda es retirada una semana después con mejoría evidente en las características del flujo urinario.

Al ser una cirugía de mínima invasión se considera un procedimiento con poco dolor, las molestias que se presentan generalmente son leves y están más asociadas a la presencia de la sonda en vejiga. Posterior al retiro de la misma suelen quedar molestias leves como ardor, sangrado y dolor en la punta del pene en cada micción, las cuales van disminuyendo de manera progresiva aunque son normales que se presenten hasta 3 a 6 meses después de la cirugía. Es cotidiano también episodios leves de sangrado urinario asociado a esfuerzos físicos importantes como una actividad vigorosa o al cargar objetos pesados.

El costo de una cirugía es influido por muchos factores: los equipos e instrumentos necesarios para realizarla, el hospital elegido para llevarla a cabo, así como la experiencia, pericia y credenciales del equipo quirúrgico que incluyen anestesiólogo, cirujano principal y ayudantes quirúrgicos. Lo más importante es realizar una adecuada valoración para decidir quién se debe de operar y qué tipo de cirugía se debe de realizar, siempre tratando de buscar los mejores presupuestos sin poner en riesgo la seguridad del paciente y el trabajo del médico.