En aquellos casos de pacientes con paternidad satisfecha y que así lo requieran. Se considera un procedimiento seguro, efectivo, con molestias y complicaciones mínimas.

Dependiendo de la preferencia de cada médico se realiza una o dos heridas de medio centímetro en el escroto, para por ahí poder exponer y separar el conducto deferente del resto de las estructuras. Posteriormente se pinza, corta y liga el conducto para evitar el paso de espermatozoides por el mismo. Al finalizar se realiza un control riguroso del sangrado y se cierra la herida de manera convencional.

Es un procedimiento seguro, con una recuperación rápida donde el individuo vuelve a sus actividades cotidianas a las 24 a 48 horas después de la cirugía. El dolor e inflamación asociadas son mínimos y responden muy bien a medicamentos cotidianos.

Las recomendaciones generales incluyen: un reposo relativo, evitar ejercicios intensos o vigorosos, tomar abundantes líquidos, curaciones habituales de la herida, uso de suspensorio escrotal, y cita de seguimiento de 10 a 14 días posterior a la cirugía. Así mismo, es importante conocer que durante los siguientes 3 meses existe la posibilidad que un número pequeño de espermatozoides permanezca activo, por lo que se recomienda seguir utilizando preservativo o algún otro método anticonceptivo hasta que no se obtenga una muestra de semen que demuestre la ausencia total de espermatozoides.