Es la causa más común de tumores malignos en hombres jóvenes. Se sospecha en aquellos casos donde hay un aumento de tamaño y dureza del testículo en ausencia de dolor. En situaciones de sospecha se amerita una evaluación urológica urgente mediante estudios de imagen como el ultrasonido doppler inguinoescrotal y la medición de marcadores tumorales en sangre para descartar o confirmar su presencia. Es importante realizar una detección oportuna, al ser una enfermedad potencialmente curable si se detecta a tiempo. En personas de 15 a 30 años de edad se les recomienda realizar una autoexploración de manera trimestral para detectar cualquier cambio como endurecimiento, aumento de volumen o bultos sospechosos.
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